Durante el siglo XVII, los Países bajos se convirtió en una de las potencias comerciales más importantes del mundo. La famosa Edad de oro convirtió a Holanda en el centro comercial más famoso de Europa, desplazando a Flandes con sus barcos balleneros y comerciando especies en India e Indonesia. Fundaron múltiples colonias en lo que hoy se conoce como Estados Unidos, Sudáfrica y las Indias orientales. Su nación floreció económica y culturalmente.

Fue una etapa en la que la república era gobernada por aristócratas y comerciantes. Cada ciudad y provincia tenía su propio gobierno con leyes que hacía a cada región muy autónoma e independiente.

Gran parte de la población empezó a desplazarse a las ciudades, donde el abanico de oportunidades era más amplio y no solo se limitaba a la pesca y la agricultura como fuera de ellas. La burguesía empezó a ser abundante, aunque la mayoría pertenecía a la clase media.

Mother at the cradle - Pieter de Hooch (1661-1663)
Detalle de la puerta, los textiles y las cortinas
La religión mayoritaria del momento era el calvinismo, movimiento protestante que favoreció mucho a la población por el hecho de que era necesario aprender a leer para interpretar la Biblia, por lo tanto, se dio un alto porcentaje de alfabetización de la población y un alto grado de tolerancia socia. Esto también fue un punto de inflexión que marcó en la intimidad individual y por ende en la domesticidad.

Al final Holanda, ofrecía características sociales, políticas y económicas que le diferenciaban del resto de Europa: había una gran mayoría de clase media compuesta por comerciantes y terratenientes (los campesinos eran propietarios de sus tierras) y no había una aristocracia poderosa, ni rey.

Con este contexto lleno de desarrollos para el país, en las ciudades también se empezaron construir canales. Cosa que, al principio, su coste era grande y afectaba de manera directa a la inversión de las fachadas, que terminaron siendo más austeras al principio. A causa de la distribución del espacio con los canales como calles, la mayoría de casas eran estrechas y se construían en filas, pudiendo crecer solo hacia arriba en el caso de que la familia a la que perteneciera prosperará e invirtiera en ello.
La domesticidad, la intimidad, el concepto de hogar y de la familia son, literalmente, grandes logros de la Era Burguesa. John Lukacs. El interior burgués.

La idea de lo privado, de la domesticidad, va íntimamente unida al concepto de intimidad, de un espacio propio y para la familia separado del exterior. No hay una fecha exacta del descubrimiento de la intimidad, no hubo un inventor que hablara teorías claras sobre ella, pero a la hora de estudiarla, destaca una gran evolución en los Países Bajos del siglo XVII.

Como bien se ha explicado en la introducción, los países bajos no se distinguían por sus ciudades grandes, sino por sus pequeñas poblaciones auto gestionables. Su mentalidad creó una nación de habitantes urbanos que acababa reflejando la vida cotidiana de las virtudes burguesas.

Las circunstancias hicieron del pueblo holandés un pueblo sencillo que evitaba los gastos desmesurados y excesivos, que terminó creando costumbres conservadoras. Podemos ver reflejada su mentalidad en las vestimentas basadas en colores oscuros con cortes tradicionales y básicos.

Su sencillez también se reflejaba en sus casas. Carecían de materiales y elementos arquitectónicos del resto de Europa y se limitaban a usar madera, ladrillo y materiales económicos que no presentaran una decoración complicada. Las obras públicas en el caso de las ciudades hacían que las fachadas de los hogares se redujeran y las parcelas fueran muy estrechas. Los tejados se cubrían de tejas rojas. Inicialmente, en las casas neerlandesas medievales, el interior de las casas se limitaba a una “habitación delantera”, donde se desarrollaban las actividades comerciales; y una “habitación trasera” destinada a la familia.



Delante de las casas había una especie de porche con bancos que permitían disfrutar del sol las pocas veces que aparecía. Esta es una costumbre que a día de hoy permanece en los canales de Ámsterdam. Los pisos bajos solían tener techos altos. Las habitaciones no tenían funciones especializadas, a excepción de la cocina, pero a mediados de siglo se inició la subdivisión de la casa según los usos nocturnos y diurnos.

Dado el alto coste de los cimientos, los constructores procuraban hacer las fachadas lo más ligeras posible, colocando grandes ventanales que aligeraban el peso y permitían a la escasa luz pasar y adentrarse hasta los rincones más oscuros. Hasta el siglo XVII, las partes altas de las ventanas holandesas tenían un cristal fijo y solo se podían abrir las partes bajas, que eran de madera maciza; a partir de entonces, también acristalaron estas.

La luz que entraba por las ventanas la controlaron mediante ventanas y un nuevo elemento, los visillos, que permitía tener intimidad frente a la calle.

En cuanto a la climatización del hogar, la situación no era muy cómoda. Al escasear la leña en Holanda, el combustible principal era la turba que en lugar de calentar lo suficiente, hacía que se perdiese calor hogareño al necesitar de una chimenea por su humo maloliente. Por eso, en las representaciones pictóricas podemos ver como los habitantes forraban su cuerpo con ropa y tejidos.

Todo el conocimiento de la sociedad holandesa es gracias a sus múltiples obras creadas por artistas. Tanto ricos como pobres, compraban cuadros para adornar sus hogares y negocios. Los habitantes querían en su espacio íntimo, arte que pudieran admirar y comprender. El resultado ilustra de forma exacta la época. Además de los temas bíblicos y los temas de familia, los cuadros ilustran la casa holandesa de la que las familias estaban tan orgullosas.



Para los holandeses, no era necesario tener una casa grande, pues sus habitantes eran poco y no pasaban de los 4 o 5 integrantes.

1-no había inquilinos, la economía permitía para la mayoría que los holandeses preferían ser los dueños de sus propias casas, por pequeñas que fueran.

2-Las casas empiezan a ser un espacio independiente al de trabajo, ya que se construyen establecimientos separados para realizar este tipo de acciones.

3-En el caso de haber sirvientes, estos no eran tantos como en otros países, puesto que era una sociedad que desalentaba la contratación de sirvientes.

4-El espacio personal e individual era muy apreciado.

Todo esto propició la idea de una casa más hogareña y, por lo tanto, privada.

El carácter hogareño del holandés a reflejó la creciente importancia de la familia en la sociedad neerlandesa. La familia holandesa se centraba en el niño y las relaciones familiares se basaban en el cariño y no en la disciplina.



Dentro de la limitada superficie del hogar, también surgió un cuidado paisaje japonés. Con la creación de jardines cerrados y privados. . Pero esta privacidad no era absolutamente individual, puesto que los jardines particulares, así como las casas, contribuían al aspecto general de las ciudades, a crear una uniformidad.

El término “hogar” hacía referencia a la casa, sus habitantes, al refugio, la propiedad y el afecto. Este afecto se reflejaba en el gusto de los holandeses por encargar modelos a escala de sus casas, lo que popularmente se conoce como “casas de muñecas”. Reproducían a escala cada mueble y cada detalle que caracterizaba a su refugio. Las casitas también servían para instruir a los niños sobre cómo funcionaba la vida familiar. También daba la oportunidad de ver toda la casa de un solo vistazo, hasta los espacios personales.



Holländische Familie de Pieter Hooch (1662)
Un patio Holandés- Pieter Hooch (1957)
Nursemaid with baby in an interior and a young girl preparing the cradle - Pieter de Hooch
Detalle de la cuna (mobiliario)
El objetivo de los muebles y la decoración de casa holandesa del siglo XVII, era expresar de manera moderada la riqueza del propietario.

La silla casi siempre carecía de brazos y estaba acolchada y tapizada de terciopelo y otros materiales ricos. Las mesas eran de roble o nogal y tenían patas elegantemente torneadas. Las camas podían ser de 4 postes, aunque no era muy frecuente encontrar esto. El mueble más importante era el aparador. Solían haber 2: uno para los manteles y otro para las vajillas.

La decoración neerlandesa era sobria, los muebles suponían algo que admirar, pero también que utilizar y siempre se colocaban de manera que no redujeran el espacio de la habitación y respetaran la luminosidad. Las paredes no solían empapelarse, pero estaban adornadas con espejos, pinturas y mapas (algo típico neerlandés).



Aunque las habitaciones eran sobrias, eran intensamente humanas y dedicadas a lo privado y lo íntimo.

Destacaba mucho su limpieza. Era algo notorio no solo en el interior, sino también en las calles y fachadas, que hacían que el resto de la ciudad en general se encontrará en mejores condiciones que en otras ciudades de Europa.

La intensidad de la limpieza se relaciona con la decoración sobria que pretendía no tener muchos objetos y obstáculos por limpiar. Sin embargo, la explicación más razonable -teniendo en cuenta el carácter holandés-, es el cuidado que se intenta dar a algo tan apreciado como es la casa.



La feminización del hogar del siglo XVII en Holanda fue uno de los acontecimientos más importantes en la evolución del interior doméstico.

La causa principal que llevó a este hecho fue el uso limitado de sirvientes. Las casas más ricas no empleaban a más de 3 sirvientes. Esto se debía a las leyes neerlandesas, que eran muy explícitas con los derechos contractuales de los sirvientes, de forma que la relación entre empleador y empleado era más estrecha que en otras partes de Europa. Sirvientes y señores, comían en la misma mesa y el trabajo no se delegaba, se compartía. De esta manera, las mujeres de las casas se encargaban de todo el cuidado y administración de sus hogares.

La cocina era una de las habitaciones más importantes, allí se encontraban los aparadores que hemos mencionado anteriormente, con sus manteles y vajillas. De las paredes colgaban utensilios de bronce y cobre. La chimenea era grande y decorada, y el lavadero era de bronce, también de mármol. Algunas cocinas llegaron a tener bombas de agua.



La presencia de todos estos artefactos y utensilios reflejaban la importancia cada vez mayor del trabajo doméstico y la apreciación por la domesticidad. Todo esto tiene sentido si se piensa que la persona que está al mando de la casa, también tiene una implicación en ella. La importancia concedida a la cocina reflejaba la posición central de la mujer. El hombre podía ser el cabeza de familia, pero como el centro del carácter holandés era la casa y estas estaban lideradas por las mujeres, eran ellas las que realmente tenían el control.

“El hablar de domesticidad es describir un conjunto de emociones percibidas, no solo un atributo aislado. La domesticidad tiene que ver con la familia, la intimidad y una consagración al hogar, así como una sensación de que la casa incorpora esos sentimientos, y no solo les da refugio. La domesticidad hogareña dependía del desarrollo de una rica conciencia interior, una conciencia que era resultado del papel de la mujer en la casa. Si la domesticidad fue, como ha sugerido John Lukacs, uno de los principales logros de la Era Burguesa, fue sobre todo un logro femenino”.



Woman Holding A Balance- Johannes Vermeer
La lechera-Johannes Vermeer
La lavandería era el espacio dedicado al cuidado de los complementos del hogar. Planchas y cestos inundaban el espacio, junto con tendederos instalados en el techo que protegían los textiles del lluvioso tiempo de Holanda.

Esta sala, también nos da información sobre la desarrollada tecnología que en el siglo XVII se empleaba para el trato de los textiles como sabanas, ropa, manteles, toallas...

En la parte del fondo aparecen dos puertas insinuantes que dejan ver una extensión del espacio. Seguramente dedicado al lavado y almacenamiento.



La habitación principalmente era el espacio de descanso. Con la cama en el centro, con la característica de que se puede cerrar, símbolo de privacidad e intimidad.

A su alrededor encontramos varias sillas y mobiliario destinado para el reposo. Pequeños detalles en la decoración aparecen en las paredes y muebles.

Las maquetas tenían tal nivel de detalle, que hasta en el armario de la habitación podemos encontrar ropa ordenada, colgada y doblada del dueño del espacio.

La decoración con cuadros y piezas de cerámica, representa el gusto de la persona que lo habita.



Los salones tenían un papel muy importante en las relaciones sociables, pues eran espacios destinados a las visitas importantes y en general todo tipo de interacciones con integrantes externos a los del hogar.

En estos espacios había una gran presencia de decoración más elegante, con mobiliario destinado al reposo y hasta chimeneas y cuadros que representaban la filosofía de vida del pueblo holandés.

En la casa es posible encontrar también un salón destinado a la familia y las reuniones entre los integrantes, donde realizaban acciones de ocio para compartir entre todos. La decoración podía variar según la familia, pero los textiles, la madera y alfombras solían ser materiales recurrentes a la hora de decorar.

En la cocina lo que más destacaba eran los aparadores destinados a la vajilla y los manteles. En las maquetas destaca esta parte, pues era una representación importante de la cocina y de sus integrantes.

Los utensilios colgados de las paredes también representaban muy bien este espacio. Ollas, jarras, cubiertos, tazas, sartenes... todo se puede observar a detalle en la maqueta.

La chimenea ocupaba gran parte de la sala, ya que era un elemento importante para generar calor y cocinar los alimentos.
El mobiliario con almacenamiento era común.
El tercer salón dedicado también a las relaciones sociales por su mobiliario de reposo. Sillas rodeando el vacío y amplio centro hasta tocar la chimenea y un mueble que realiza la función de escaparate. En su interior podemos encontrar objetos valiosos, de colección o importantes para la familia.

Al fondo y de manera curiosa y tímida, se nos presenta una puerta entreabierta que nos da la pista de que es un salón destinado a la lectura o los saberes. Está claro que detrás del salón, hay una pequeña biblioteca personal vinculada al espacio de lectura.